Al Maestro Lorenzino le dan por loco en el pueblo. Dicen que tiene la cabeza llena de pájaros y que todos sus inventos son descabellados. Corre la leyenda de que desciende de un hijo ilegítimo del mismísimo Marconi, que se encandiló de una muchacha de la comarca tras una de sus demostraciones radiofónicas. A diferencia del tatarabuelo, el Maestro Lorenzino no busca la notoriedad, sino elucubrar artefactos que generen sensaciones agradables y hagan más feliz a la gente. El único que valora el talento del Maestro es Tomassino, el tonto del pueblo, que le sigue a todas partes como un perrillo faldero.
En un encuentro de escritores noveles, que no jóvenes, donde casi todos superábamos lo que mis amigos mallorquines llaman el bell mig de la vida, conocí a una señora muy singular que debía haber cruzado ya la barrera de los setenta. Era de un…
Los niños de la clase de cinco años adoran a su seño Remedios. Si luce el sol, les organiza juegos en el patio, carreras a la pata coja, cuidan el pequeño jardín de aromáticas y aprovechan para inventar historias bajo el algarrobo. Los días…
Ha llegado a oídos del señor obispo que Sor Maguiba está revolucionando el convento de las Carmelitas Descalzas. Se rumorea que, para maitines, la monja pone la música de Queen a todo volumen y bailotea Bohemian Rhapsody por el claustro, arremangada y sin toca.…
Después de su estrepitosa decepción como dramaturgo, Agustín Valeriana retomó con energía el negocio familiar. Aceptó el envite de su padre para agarrar las bridas de “La Dormilona”, un comercio de colchones y almohadas que inauguró su bisabuelo durante el periodo de entreguerras. El…