Literatura

El padre del obispo

20 junio, 2020

Juanito Torbellino fue de esos niños cansinos, inquietos y alocados, que hoy sería carne de cañón para los psicólogos infantiles. Ya le hubieran puesto la etiqueta de numerosos trastornos con abreviaturas en mayúsculas y recomendado pastillas de todos los colores para aplacar su naturaleza salvaje. En aquellos tiempos era -simple y llanamente- un niño travieso y la única medicación que tomaba era el juego a demanda. Tal era su actividad que cuando Juanito por fin se dormía, los padres daban un largo suspiro que traspasaba las paredes de la casa. Era la señal de que la paz había llegado al vecindario.

No había un solo rincón del barrio donde el chaval no asomara las orejas. Iba de aquí para allá disparando balas, flechas, bombas…. Haciendo todo tipo de sonidos con la boca, y viviendo con entusiasmo sus personajes. Su cuerpo, esmirriado de tanto tejemaneje, era un campo de churretes, moratones y arañazos, que le otorgaban una prestancia infantil de trinchera bélica.

         Cuando Juanito hubo dominado la superficie, se aventuró a inspeccionar el subsuelo. Entraba y salía por las alcantarillas, se colaba por las cañerías del gas, navegaba por las galerías del agua, y no había tubería –ancha o estrecha- que se le resistiera. Como un topo, y sin previo aviso, el niño aparecía de repente por cualquier agujero.

Su suerte cambió el día que se coló en el Cuartel General de los Servicios de Espionaje. Entró por la tubería de la calefacción y salió por el pitorrillo del radiador, apuntando con su pistola de hojalata al mismísimo ministro del Interior. Su hazaña trajo consigo inmediatos ceses y dimisiones. La seguridad del país se vio comprometida por un mocoso de nueve años con un tocado de plumas.

Lejos de sufrir un consejo de guerra, el niño fue incorporado a la plantilla de espías y adiestrado para acceder a los puntos estratégicos de las embajadas extranjeras. Y de esta forma el Topo fue creciendo, labrándose una carrera de éxito como confidente en un mundo subterráneo.

En una de las misiones secretas conoció a la Gata, una colega de profesión que se movía por las alturas como una gacela, saltando de azotea en azotea agarrándose de las antenas de televisión. La felina, otro espíritu agitado, se colaba por los desagües, las chimeneas y todo tipo de salidas de humos o ventilación. De tanto subir él y bajar ella, llegaron a tener algo más que un roce profesional.

         Al poco tiempo nació un niño gordito y sereno, una bolita risueña que dormía como un ceporrón todas las santas horas del día. Aquel hijo estaba predestinado para un oficio donde se comiera bien y se trabajara poco.

Se cumplieron los pronósticos. El hijo del Topo tomó los votos canónicos con la esperanza de dedicarse a la vida contemplativa. Aunque carecía de toda ambición, un mal golpe de suerte le aupó hasta la diócesis episcopal. En la banda de lana blanca se hizo bordar un verso en honor a sus padres:

Quien buenos cimientos tiene, tranquilo va, tranquilo viene.

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12 Comments

  • Reply Pedro Javier Conesa Dávila 22 junio, 2020 at 10:16 am

    Jajaja… esto de ahondar en el espíritu patrio un día te va a traer un disgusto. Sobre todo si reflejas tan bien a los personajes. Que últimamente el personal tiene la piel de un fino que asusta.
    Buen relato para acabar la temporada, pero es lástima que acabe. Impaciente espero la nueva.
    Muchas gracias, feliz verano (esperemos que normal, a secas) y hasta septiembre. Un fuerte abrazo.

    • Reply Rosa 23 junio, 2020 at 9:54 am

      Menos mal que no tengo ninguna estatua, querido Pedro. Ya estaría en el suelo pisoteada. Sí, se está gestando un clima de gente exaltada que asusta. Cuando un país pierde el sentido del humor y esa capacidad de reírse de uno mismo, vienen maldadas. Feliz verano de lecturas y hasta la vuelta. Un grandísimo abrazo.

  • Reply Coco 22 junio, 2020 at 10:47 am

    Juanito de naturaleza dúctil y maleable al cruzarse con la agilidad de una Gata,podia haber salido un superhombre con cualidades inimaginables, y lo que salió fue un cacho carne con ojos, proclive a la gula y la vagancia, lo mejor para la mitra
    Que bueno !!!
    No te vayas todavia, no te vayas por favor!!!

    • Reply Rosa 23 junio, 2020 at 9:56 am

      Qué bien has captado los personajes, Coco. Sí, de aquella «Misión imposible» podía haber surgido un súper hombre, pero les salió una criatura más vaga que la chaqueta un guardia. ¡¡¡¡A cuidarse!!! Gracias, madrina.

  • Reply Antonio Parrilla Muñoz 22 junio, 2020 at 2:27 pm

    Ja ja jaaa; no paro de reír.- Olé , esta es mi/nuestra ? Rosa; pero no solo de mayo y abril, sino de todo el calendario,; por favor queridísima amiga, continúa con esa fuente de genialidad y alegría, sigue hurgando en las fibras sensibles del ser humano que, estamos muuu necesitaos de risas,; menos disciplina y más Libertad de acción y que viva el cachondeo inteligente y el ponerse la vida por montera; por supuesto con esa virtuosa capacidad que Dios ta dao , querida Amiga .

    • Reply Rosa 23 junio, 2020 at 9:58 am

      Eso es. Que siga el humor y la Libertad. Que estamos muuuuuu necesitados. La disciplina, para los obispos. Gracias, amigo Antonio. Que el verano nos inspire. Un abrazo.

  • Reply Yiyo 22 junio, 2020 at 6:47 pm

    Veo que profundizas en tus relatos comic. Me he divertido, sin otra pretensión; y lo que habrá sufrido ese hijo con esos padres…..jajajaja. Con estos personajes tuyos me pasa como con la vida, siempre me apetece saber más, descubrir más probar más. A ver que logro ir saciando en este tiempo entre relatos.
    Besos, nos vemos en Granada

    • Reply Rosa 23 junio, 2020 at 10:00 am

      En ese travieso, rabolagartija he visto a mi sobrino Víctor, que vive sus personajes con entusiasmo. A ver si acaba de agente 007. Lo veo venir. Un abrazo Yiyo, y sí, nos vemos por Granada pronto. FELIZ VERANO.

  • Reply victor 24 junio, 2020 at 7:02 pm

    Caramba con los personajes, pero si lo pienso tengo momentos para envidiar seré cada uno de ellos. Qué curioso

    • Reply Rosa 24 junio, 2020 at 9:50 pm

      A mi me encantaría tener mucho de la Gata, pero me tira la actitud del obispo….. Un poco de cada uno.

  • Reply HOMO "SAPIENS" CANIJUDIENSIS 25 junio, 2020 at 2:17 pm

    No sabía el novel obispo, eterno cachorrillo ceporrón fruto de la relación extramarital entre el Topo y la Gata, lo más pronto que tarde habría de renegar del ecléctico verso tan primorosamente bordado por angelicales manos de púber monja sobre la nívea banda de su ropaje episcopal.
    Pues atendiendo a aquél otro dicho: Allá donde fueres haz lo que vieres, no pudo, supo o quiso resistirse a los instintos de la carne y se entregó con el ardor de antiguas urgencias sin resolver a los candorosos y enigmáticos encantos del voluptuoso ángel de la guarda que le había tocado en gracia.
    Nunca sabremos si dicha gracia fue o no designio divino pero el desenlace resultó de lo más terrenal: a los nueve meses nacieron un par de tiernos cachorrillos.
    A resultas de la empoderada actitud de la monja, y madre a la vez, que se negó a hacer mutis por el foro con las dos criaturas, exigiéndole su parte de responsabilidad en la crianza, y percibiendo además que el par de espigados querubines habían heredado el espíritu inquieto, cansino y alocado de sus abuelos paternos, el otrora ente ceporrón constató que sus días de vida contemplativa habían pasado a mejor vida.
    Estimada bloguera, ya si eso vamos reservando sitio en la pira inquisitorial. ¿No le parece?
    Un cop més encantat de gaudir dels seus ocurrents i divertits relats.

    • Reply Rosa 25 junio, 2020 at 6:27 pm

      Querido Homo:
      Como vuelva la Inquisición, yo estoy en primera fila, pero usted también. Veo que ha visto la serie de Sorrentino «The young Pope». Ahí hay inspiración para cien microcuentos, al menos. Gràcies sempre i bon stiu.

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