Mini relato de la semana

Los Atlantes de Miraflores

25 marzo, 2020
Atlantes

Los atlantes del Palacio de Miraflores, donde ahora tiene la sede una prestigiosa agencia de modelos, han sido condenados por el juez Chinchurreta a siete meses de cárcel y tres años de trabajos sociales. La sentencia especifica que el fallo se debe a la «invasión perpetuada del espacio privado sin ánimo de arrepentimiento». En el barrio, los atlantes tienen fama de cotillas y chivatos, además de mirones y salidos. A los muy granujas no se les escapa una prueba de vestuario.

A lo largo de sus más de 100 años de vida, Tarsis y Oricalco -los atlantes de Miraflores- han destruido familias, matrimonios y puesto en jaque la seguridad de algunos países. El palacio fue ocupado anteriormente por la embajada de Grecia. Los turcos tardaron un suspiro en conocer los planes de avanzadilla de la flota griega sobre el mar Egeo.

—Traidores a la patria —dijo el embajador.

Se han chivado también de todas las infidelidades de diplomáticos, señoras de postín, mayordomos, amas de llave y modistos, porque el palacio de Miraflores viene siendo -desde que se levantó- un lugar de vicio y libertinaje.

Tarsis y Oricalco han decidido recurrir la sentencia. Aducen tener movilidad reducida e imposibilidad de escapatoria. Las cariátides de los edificios de la Gran Vía se han unido a la causa y están recopilando firmas por todas las cornisas de la ciudad para que indulten a los compañeros. Amenazan con una huelga de brazos caídos, a ver quién sostiene las balconadas.

El juez Chinchurreta, famoso por aplicar la ley al pie de la letra, está pensando una acusación extendida a todos los dioses y diosas del Olimpo, con el agravante de escándalo público por poses lujuriosas y falta de ropa.

Tras la sentencia definitiva, los viejos edificios de la ciudad se desplomaron al unísono con un estruendo ronco, apocalíptico. El edificio más afectado fue el Juzgado de Instrucción nº 3, en cuya planta tercera tenía su despacho el juez Chinchurreta, que cayó al vacío derecho como una vara de laurel y con el Código penal aferrado entre sus manos.

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12 Comments

  • Reply Dora Muñoz 26 marzo, 2020 at 10:34 am

    Aquesta és boníssima!! La meva enhorabona a l’autora que escriu com els deus (de l’olimpo).

    • Reply Rosa 26 marzo, 2020 at 4:25 pm

      Gracias maestra. La fotografía daba mucho juego. Un abrazo.

  • Reply Pedro Javier Conesa Dávila 26 marzo, 2020 at 10:40 am

    Ja ja ja. Pero aún me río más al ver que escribiste un final que yo mismo estaba imaginando… jueces aferrados a la letra de la ley como si fuera un salvavidas, al tiempo que se destroza la del encausado de turno. En fin, que una sonrisa amplia es lo mejor para encarar lo que nos queda de esta semana e iniciar la siguiente. ¡Ánimo a todos, que ya queda menos!
    Un fuerte abrazo (virtual, claro)

    • Reply Rosa 26 marzo, 2020 at 4:26 pm

      Ya nos vamos conociendo y sabías que el Chinchurreta no podía acabar bien. No se puede ser tan purista e inflexible. La venganza de los atlantes y las cariátides. Otro abrazo y una sonrisa para ti.

  • Reply Antonio Rafael Parrilla Muñoz 26 marzo, 2020 at 10:56 am

    Querida Rosa:
    De entrada y una vez más (nunca es mal año por mucho trigo ) felicitarte por tan magnifica entrada. Tambien yo me auto felicito por leerte. Seguidamente paso a reflejar los pensamientos que han generado su lectura.-
    Quiero romper una lanza por estos mirones empedernidos, pues a quien no le gusta buscar, y que es si no mirar¿, y como podrían dejar de hacerlo estos pétreos atlantes que, por cierto parecen estar diciendo con las manos en la cabeza
    .-«madre del amor hermoso, que criaturas». Como podrían dejar de hacerlo, en el caso que nos ocupa ¡; dos cariátides que como dos ninfas, aparecen dentro de tan exitoso y delicado establecimiento¿.- en defensa de estos dos colosos diré, bajo mi punto de vista que, parecen buscar el poder tener acceso a futuras generaciones de marmolillos,.
    El juez Chinchurreta no ha sido consciente del desastre que se avecina y ha desencadenado, pues no es menos cierto que, tiene tintes de apocalipsis, con consecuencias inimaginables…, Zeus nos asista.
    Como siempre, tu maestría de sintetizar, nos deja una historia repleta de alegría y sentido finísimo del buen humor. Daria para una segunda novela.
    Un saludo cariñoso, amiga.
    El Parri, Málaga 26/03/2020

    • Reply Rosa 26 marzo, 2020 at 4:28 pm

      Ja,ja,ja. Picarones los atlantes que, por cierto, están de muy buen ver. El humor es un buen refugio, en tiempos de paz y de guerra.
      ….Continuamos.

  • Reply La cuñá 26 marzo, 2020 at 11:08 am

    Jajaja!!! Me evoca a «la casta Susana» desde tiempos bíblicos estos entraditos en años persiguiendo sueños y practicando el «voyerismo»… muy buena la foto y el cuento. Entre cómico y lastimoso. Pobres!!!!!
    Y feliz !quedatencasa!

  • Reply Rosa 26 marzo, 2020 at 4:33 pm

    Los textos bíblicos son una mina de cuentos sin explotar. A la Casta Susana sí que la salvó la justicia, cosa rara.
    En mi cuento, el Chinchurreta ha caído con todo el peso de la ley. No podía ser de otra manera.
    Cuidaros muchos.

  • Reply Pepe Sánchez 26 marzo, 2020 at 9:51 pm

    Tal y como lo describes, el juez Chinchurreta, aparte de su devoción por el código penal, debe ser bastante meapilas y me parece que remilgado. A todo ello se añade que debe ser devoto del barroquismo por lo que Fidias, Praxíteles o Mirón -y el mismo Michelangelo- lo hubieran pasado muy mal en tiempos de Su Señoría. ¡¡¡Seguid siendo buenos y cuidaros mucho.

    • Reply Rosa 27 marzo, 2020 at 9:39 am

      El juez Chinchurreta es de todo, el pobre. Si hubiera nacido en el Renacimiento, le da un patatús con tanto desnudo callejero. También tenía su corazoncito, no te vayas a creer. Su mayor defecto es que era estricto en las normas y las formas.
      Cuídate mucho, amigo Pepe.

  • Reply HOMO SAPIENS "CANIJUDIENSIS" 29 marzo, 2020 at 1:34 pm

    Estimada bloguera, otro magnífico relato corto lleno de humor e ingenio.
    Me permito, una vez más, seguir con el hilo de la historia…
    A la espera del Juicio Final, mientras se decide su destino definitivo, el juez Chinchurreta debe pasar su particular cuarentena en el Purgatorio. A las puertas le recibe un alicaído San Pedro, relegado allí a tareas administrativas menores por su desliz en la escapadita de Dios Hijo a los maitines de las Carmelitas Descalzas (*). Le toma los datos personales y confisca el voluminoso Código Penal, al que se aferra con tal vehemencia que se requiere la enérgica intervención de los arcángeles Gabriel y Rafael para tal menester.
    Pero su estancia allí no se prolonga por mucho tiempo, pues Dios Padre para evitar un conflicto de intereses ha aceptado la petición de extradición que han solicitado los servicios jurídicos del Olimpo de los Dioses a raíz del controvertido juicio de los Atlantes de Miraflores.
    Dada la relevancia de este caso, el juicio presidido por Zeus, Soberano de los Cielos, y por Afrodita, Diosa del Amor y la Belleza, será sometido a veredicto de un jurado popular compuesto por las personificaciones de algunas de las más significativas esculturas de la historia de la humanidad: El David y El Moisés de Miguel Ángel; La Venus de Milo; La Victoria de Samotracia; El Pensador de Rodin; El Discóbolo de Mirón; La Mujer del espejo de Botero; El Hombre que marcha de Giacometti; La Nefertiti de Tutmose; La Estatua de la Libertad de Bartholdi y La Mujer y El Hombre de Antonio López.
    El juicio es sumarísimo y la sentencia de las “doce esculturas sin piedad” tajante.
    Vistas las alegaciones y las declaraciones de los testigos no se nos plantea ni la más mínima duda razonable y por tanto:
    Se condena al acusado a padecer a las puertas de los Burdeles de Babilonia, bajo la custodia de su diosa Ishtar, la eterna exposición de su cuerpo desnudo en forma marmórea para que sufra o disfrute en sus propias carnes la “invasión perpetua del espacio privado sin ánimo de arrepentimiento”.
    Agradecido y esperando sus nuevos relatos quedo como siempre a sus pies

    (*) Ver el relato “Milagro” y su continuación

  • Reply Rosa 4 abril, 2020 at 10:29 am

    Muy buena la continuación del cuento. Los doce del patíbulo, en este caso sin piedad. San Pedro lleva una trabajera en estas historias, el pobre. Gracias por sus escritos, que siempre van más allá.
    Un abrazo.

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